Hay dos maneras de ver a la naturaleza: como simple decoración o como milagro majestuoso. Alejandro y Cristina eligen la segunda. Creen en su poder, en su mística, en los hilos que nos conectan a ella de muchas formas; las piedras, son una. Ellas guardan energía, son una especie de puente entre las divinidades y los humanos. Tienen toda la memoria ancestral, la sal de los mares y la fuerza de las montañas; el origen del universo dentro.
No es casualidad las aretas que elegimos, los collares, los earcuff. Hay una necesidad inherente de buscar que somos un complemento con algo. ¿Por qué usamos un sol, una luna, los círculos? Más allá de lo estético, de la moda, de lo bello, cada elección asume un significado. Por ejemplo, los piratas usaban candongas porque en la oreja — simbólicamente— está el ojo visionario. El círculo los ayudaba a afinar la mirada interna para descubrir los tesoros.
¿Qué hay detrás de un anillo de compromiso? ¿De una esmeralda, de un diamante, de un rubí, del oro? ¿Qué energía tienen dentro?
SANARSE, A TRAVÉS DE LAS PIEDRAS
Todo es causalidad, dicen Alejandro y Cristina. Alejandro es el fundador de Mercurio, una joyería que la mueve narrar lo particular de cada historia a través de las joyas. Que se interesa, además, por extender el conocimiento amplio y hondo que tienen sobre las piedras. No solo porque es un tema que les mueve una chispa interior, sino porque están convencidos de que cada persona debería descubrir el poder infinito que esconden.
Se conocieron en un ritual, en una danza galáctica, en un abrazo que los unió. Desde entonces, ambos estudian, leen y practican la espiritualidad, la astrología, la energía. En ese camino se han cruzado con comunidades indígenas de Putumayo, Chocó, La Sierra Nevada, Amazonas, Nariño, México, Guatemala. También con guías espirituales de India y de los Llanos. De todas las experiencias les quedó un aprendizaje perpetuo: la tierra es quien habla con los dioses, la tierra guarda cristales que nos pueden sanar. Dentro de ellos hay minerales elementales que curan, que estabilizan, que armonizan. El uso adecuado de una joya es un ritual simple que otorga más seguridad, más protección, más vitalidad. Una conexión genuina: cuando alguien decide usar una piedra, su energía se expande, se eleva; las cualidades del alma, aquellos talentos que se tenían relegados aparecen de nuevo. Cada piedra trae un regalo a través de su color y cada color va en sincronía con algún chakra.
LOS CHAKRAS: LA RUEDA ENERGÉTICA
El cuerpo humano está hecho de caminos sensoriales. Es una especie de campo electromagnético (y esto no es hipérbole) que se puede medir. La ciencia lo ha hecho. Al entrar en contacto con las piedras, estas atrapan la energía del cuerpo y la armonizan, la transforman, la intensifican, la ecualizan. Sí: algo cercano a la magia.
Los chakras, entonces, son esos centros de energía. Hay muchos, muchísimos en nuestro cuerpo, pero hay siete principales: los más sensibles. ¿De qué son capaces las piedras? De recordarle a “ese punto” energético cómo debe girar, de despejar lo negativo y exaltar lo verdadero. De hacer fluir lo que está detenido.
Les preguntábamos a Alejandro y a Cristina: ¿entonces, podemos usar piedras específicas cuando queremos atraer algo? “Claro”, nos respondían. “Para eso son”.
Y es que la naturaleza actúa a través de similitudes, como calcando. Por eso las frutas que se asemejan a algunos órganos son buenas para ellos: el aguacate para el corazón, las brevas para los ovarios, la granadilla para los pulmones. Lo mismo sucede con las piedras. La turmalina negra, por ejemplo, cuando se observa con una lupa, muestra un entramado de líneas oscuras, como nuestro sistema de venas. Esta piedra es bondadosa con la circulación.
Las piedras generan una resonancia perfecta en nuestro cuerpo. Una especie de melodía que se acopla naturalmente. ¿Cuáles usar y cuándo?
1. RUBÍ: es la piedra del chakra raíz. El inicio de todo, la fuerza, la conexión con la tierra. La fortaleza. Convoca las ganas de hacer las cosas, de estar presentes, de tener iniciativa.
*Ideal para cumplir anhelos materiales.
2. TOPACIO: es la piedra del chakra sacro, ubicado en el vientre. Convoca la creatividad, el niño interior, la relación genuina con los demás, la comunicación intuitiva, el despojo del miedo a ser juzgado.
*Ideal para despejar las nuevas ideas.
3. ORO: es el metal del chakra plexo solar, ubicado encima del ombligo. Significa la alegría de vivir, la seguridad, la imponencia, el poder.
(Un paréntesis aquí para decir que, desde el punto de vista energético, no es lo mismo usar oro que plata. Ambos metales representan dos energías polares. El oro es el sol: temperamento dinámico, animado, activo. La luz amarilla significa éxito. La plata es la luna: temperamento más calmado, meditativo, contemplativo. La luz blanca significa introspección).
4. ESMERALDA: es la piedra del chakra corazón. Supone el amor incondicional, el verde convoca a la abundancia infinita en todo sentido: pensamientos, emociones, compasión. No es en vano que del corazón salgan los brazos: para recibir, para abrazar, para abarcar, para soltar en libertad.
Alejandro y Cristina aceptan que están maravillados con esta piedra, no solo porque es muy escasa —como el amor, quizás— sino porque la de Colombia es la más apreciada a nivel mundial debido a su formación geológica: una rareza utópica.
*Ideal para compromisos de pareja.
5. TOPACIO AZUL O AGUAMARINA: la piedra del chakra garganta. Ayuda a desarrollar la parte verbal, a ser fluido con la palabra, a ser verdadero y sincero. A no tener miedo al qué dirán.
*Ideal para desbloquear emociones que no han sido expresadas y necesitan serlo.
6. ZAFIRO: la piedra del tercer ojo, del entrecejo. Visualizar, planear un futuro, abrazar lo que se anhela que llegue, mirar con ojos certeros lo que está próximo a suceder.
*Ideal para cuando alguien quiere atraer metas futuras.
7. DIAMANTE: la piedra del chakra corona, ubicado en la coronilla. La pureza, lo transparente, la conexión con tu ser superior; lo irrompible, lo perpetuo, lo que trasciende.
LOS ANILLOS Y LOS LUGARES
Las manos: ese lugar que recibe, que entrega, que manifiesta. Los dedos son la prolongación del amor. A través de ellos se acaricia, se construye, se crea, se ama. Ponerse un anillo —aunque sea de manera inconsciente— afirma la fuerza de lo que ese dedo es.
– El pulgar es un dedo que simboliza la necesidad de poder.
– El índice representa el ego: autoridad, suficiencia, orgullo.
– El del corazón indica sexualidad, creatividad.
– El anular, que deriva de la palabra anillo, refleja los lazos afectivos. Además, canaliza las emociones más profundas.
– El meñique es la intuición, la soltura, la facilidad para desligarse de otros y la necesidad de independencia.
LAS JOYAS Y LOS ANIMALES
La relación intrínseca entre las joyas y la naturaleza también acoge a los animales. Volvemos al inicio: más allá de la estética o la moda, colgarse un collar de búho no es un simple hecho decorativo. Tiene su mística. Tiene su mensaje: invocar los poderes energéticos de aquellos animales. El búho, por ejemplo, es sabiduría. El águila es libertad, vuelo infinito. La culebra es fuerza mágica y flexibilidad. El jaguar es transformación. La tortuga es mente terrenal.
Hay dos maneras de ver a la naturaleza: como simple decoración o como milagro majestuoso. Elegimos el segundo camino. El que muestra que las piedras son la prueba de que la magia existe. El que dice que su potencia es tanta que los cuarzos y los rubíes son el sistema central de computadores y aparatos de alta tecnología. El que nos convence de que, en efecto, eso son: trozos de la naturaleza que regulan las palpitaciones, trozos de la naturaleza que ordenan el corazón.
Artículo y entrevista realizada por La Libreta Morada a Alejandro Restrepo y Cristina Angulo, dueños de la Joyería Mercurio.